jueves, 3 de octubre de 2013

Pedro y el lobo … ¡y los brotes verdes!

Ana I. Viñas Apaolaza - Augusto Plató

En el cuento infantil de Pedro y el lobo, un pastor, aburrido de cuidar todo el día a sus ovejas, se divertía engañando a los habitantes del pueblo. ¡Qué viene el lobo!, gritaba … 

Parece que en las últimas semanas ha rerere…resurgido el discurso de los “brotes verdes”. Políticos y medios de comunicación intentan convencer a la sociedad española de que la llegada de la recuperación económica es ahora (¿no antes, ni antes de antes?) inminente. La interminable búsqueda de confianza económica en los consumidores y las empresas (quiero pensar que esta es la razón del discurso y no la mera diversión de un pastorcillo) está conduciendo a una insistencia que, como en el caso de Pedro, es ya más que molesta y puede tener efectos perversos. Tantas fueron las veces que Pedro alarmó sobre la llegada del lobo, que el pueblo dejó de creerle. Un día llegó el animal y nadie confió en Pedro; nadie le ayudó a salvar a sus ovejas. 

Los que se empeñan en avanzar la llegada de la recuperación persistentemente, sin pruebas de que efectivamente va a suceder, deben tener en cuenta que la confianza de los agentes es un arma económicamente poderosa: es capaz de sobredimensionar tanto una etapa expansiva como recesiva. Malutilizarla con fines políticos podría llevar a que una vez se inicie la verdadera recuperación (que seguro cuando venga, llegará para nuestro país de la mano de Europa como locomotora), nadie crea que ha terminado la crisis y el signo de la confianza de familias y empresas vaya en sentido contrario; frenando quizá en esos momentos la mejora real de la actividad y del empleo. 

Una postura política ética e inteligente sería guardar el discurso de los brotes verdes para cuando haya evidencias claras (y consenso) de una recuperación. La debilidad de los argumentos que sustentan la afirmación es manifiesta. ¿Cómo podemos asegurar que vamos a crecer sólo porque ahora destruimos menos empleo y menos actividad que antes? Parece lógico pensar que esto es así por el mero efecto estadístico, y puede suceder tanto si vamos a salir inmediatamente de la recesión como si la recuperación tarda más en llegar.

En cualquier caso hay que tener en cuenta un aspecto que no se puede pasar por alto: seguimos en cifras negativas de destrucción de actividad económica, ya sea usando la variación intertrimestral (que dicho sea de paso no es la más correcta, especialmente en países con fuerte estacionalidad como España) o la interanual (mucho más determinante y consensuada). El que estos porcentajes negativos sean mejores que en periodos previos no garantiza en absoluto la salida de la crisis. Recordemos el año 2010, en el que incluso se alcanzaron cifras (positivas) de crecimiento, para después en 2011 recaer.

Desde el punto de vista del empleo las perspectivas no son distintas. A lo largo de la recesión el número de ocupados ha ido descendiendo a menor o mayor ritmo según el momento del ciclo, mientras el de parados ha ido aumentando de forma similar. Si bien la última Encuesta de Población Activa disponible del segundo trimestre y el Registro de desempleados desde febrero señalan una mejoría, es imposible avanzar si se trata de un punto de inflexión. El empleo creado es, en su mayor parte, temporal, a tiempo parcial y en actividades relacionadas con el periodo estival. Bastante sospechoso.

Los argumentos de menores caídas son, por tanto, técnicamente débiles; al igual que lo es acompañarlos de la evolución de otros indicadores secundarios de coyuntura (costes laborales, prima de riesgo o balanza comercial, por poner algunos ejemplos), que, aunque ayuden, carecen de la fuerza necesaria para sacarnos de esta crisis. 

Y así lo siguen creyendo también los organismos internacionales y nacionales que elaboran las previsiones sobre crecimiento anual del PIB y tasa de desempleo. Prácticamente ninguna de las perspectivas de estas variables para fin de 2013 mejora el último dato disponible (en el segundo trimestre un -1,6% de Contabilidad Nacional y un 26,3% de paro EPA), como puede contrastarse:

Como vemos, por desgracia, poco han cambiado las cosas en España y en Europa desde hace unos meses (ni brotes ni verdes) cuando Pedro gritó otra vez ¡que viene el lobo!

1 comentario:

  1. Norberto E. García4 de octubre de 2013, 10:08

    Este comentario es para felicitar a la autora, Ana I. Viñas Apaolaza, por un excelente artículo que merece una difusión amplia en diarios y TV. No sólo no hay brotes verdes, no los hay ni amarillos ni de ningún color. No hay ningún tipo de brotes. Y no los puede haber porque como sostiene la autora, nadie ha plantado semilla alguna y España se encuentra a la deriva en espera que un crecimiento externo genere un tirón sobre sus exportaciones para poder recuperar un poquito de lo perdido. Estar a la deriva aguardando que el tirón externo sobre nuestras exportaciones ocurra, es la mejor definición de una política económico que no opera para la recuperación, solo tiene capacidad para generar más y más contracción. En realidad, es la definición de la anti-política económica.

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